Podemos decir, sin equivocarnos mucho, que los Latones de La Fueva son cerdos felices; hozan libremente entre encinas, robles, pinos, bojes, enebros y todo tipo de hierbas, se bañan en las charcas, buscan el verdor de la pradera o las raíces de la hierba.
En otoño esperan la caída de las bellotas, luego las hojas caídas de los árboles les sirven de entretenimiento. Es amable verlos dormir en las zonas sombrías y frescas en verano, cavando el terreno para sacar la tierra fresca. Luego pasan a concurrir las zonas más resguardadas y soleadas cuando llega el frio del invierno.
No es raro verlos haciendo senderos en la nieve, combatiendo temporales de lluvia resguardados entre los árboles o en sus pequeñas ‘casas camping’ que les sirven de cobijo mientras son pequeños y se adaptan al terreno.